Arquitectura con intención

 

    La arquitectura no es solo construir espacios útiles, sino también comunicar ideas y emociones. El gesto arquitectónico, entendido como la intención detrás de una forma o estructura, nos ayuda a ver que los edificios pueden hablar, aunque no usen palabras. En esta reflexión se propone que la arquitectura debe equilibrar funcionalidad y expresividad, porque ambas responden a distintos niveles de la realidad: lo práctico y lo simbólico. Esta idea se sostiene en dos proposiciones: primero, que la funcionalidad es necesaria para que un espacio cumpla su propósito; segundo, que la expresividad permite que ese espacio conecte con las personas de forma más profunda. Juntas, estas dos partes muestran que la arquitectura no solo sirve, sino que también significa.

La funcionalidad en la arquitectura es lo que hace que un edificio sea útil. Una casa debe proteger del clima, tener espacios cómodos para vivir, y permitir que las personas se muevan con facilidad. Si un edificio no cumple con estas funciones básicas, entonces falla en su propósito. Por eso, muchos arquitectos comienzan sus diseños pensando en cómo se va a usar el espacio. Esta parte de la realidad es concreta, física, y responde a necesidades claras. Sin funcionalidad, la arquitectura se vuelve decorativa, pero no práctica.

Por otro lado, la expresividad en la arquitectura permite que los espacios tengan alma. Un gesto arquitectónico puede transmitir calma, fuerza, alegría o incluso memoria. Por ejemplo, una iglesia con techos altos y luz natural puede hacer que uno se sienta pequeño ante lo divino. Esta dimensión simbólica no se ve con los ojos, pero se siente. Es un nivel de la realidad más abstracto, que conecta con lo emocional y lo cultural. Cuando un edificio expresa algo, se vuelve parte de la historia de quienes lo habitan.

En conclusión, la arquitectura debe unir lo funcional con lo expresivo para responder a todos los niveles de la realidad. No basta con que un edificio sirva para algo; también debe decir algo. El gesto arquitectónico es esa intención que da forma a lo útil y lo convierte en significativo. Al reconocer esta doble dimensión, entendemos que la arquitectura no solo construye espacios, sino también experiencias.