Más allá de adornar
El estilo ha cambiado mucho con el tiempo y ahora es algo clave en el
arte y la literatura. Al principio, el estilo tenía que ver con cómo se
escribía y con seguir reglas muy marcadas para cada tipo de texto, como el
trágico o el cómico. Pero con los años, el estilo dejó de ser solo copiar
modelos y empezó a verse como algo único y auténtico, sobre todo desde finales
del siglo XIX. Este cambio hace que uno se pregunte si el adorno y la
decoración están realmente en el objeto o si dependen de cómo los ve cada
persona. ¿Decoramos para ser diferentes o para encajar?
Si lo vemos
de forma tradicional, los adornos y la decoración son parte del objeto, ya sea
un libro o un edificio. Pensadores como Adolf Loos y Gottfried Semper hablaron
de la importancia de la “capa exterior” y del ornamento como algo que no es
solo un extra, sino parte de la estructura. Así, la decoración tiene una
función clara: da orden, belleza y a veces muestra el nivel social de alguien.
El estilo, entonces, es una forma de juntar elementos que transmiten valores y
significados, sin importar cómo los interprete cada uno.
Sin
embargo, la experiencia nos muestra que el adorno no tiene sentido sin alguien
que lo mire. La forma en que cada persona interpreta la decoración es clave,
porque todos aportamos nuestra memoria, sensibilidad y cultura. El estilo no
solo está en la obra, sino también en cómo la entendemos. Por ejemplo, en la
poesía, la repetición y el ritmo ayudan a que las palabras se recuerden, y esto
explica por qué el estilo muchas veces se analiza pensando en lo que se repite.
Al final,
siempre está la pregunta de si decoramos para destacar o para formar parte de
un grupo. Para mí, las dos cosas pueden pasar al mismo tiempo. Por un lado,
decorar puede ser una forma de ser original y romper con lo de siempre, como
hicieron Gaudí y los surrealistas. Por otro lado, puede ser una manera de
seguir las reglas y ser aceptado. En resumen, el estilo es algo complejo que se
mueve entre lo que es objetivo y lo que es subjetivo, entre la obra y quien la
mira, y entre querer sobresalir y querer pertenecer.
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