Sistema espacial, sistema material y su complementación

     En la arquitectura, el sistema espacial y el sistema material no son entidades separadas, sino componentes interdependientes que se complementan para dar forma, sentido y funcionalidad a los espacios habitables. Mientras el sistema material proporciona la estructura física y la resistencia necesaria, el sistema espacial define cómo se perciben, recorren y experimentan esos espacios. Esta relación simbiótica permite que la arquitectura no solo sea técnica, sino también sensorial y emocional.

El sistema material garantiza la estabilidad y durabilidad de las construcciones, respondiendo a fuerzas mecánicas y condiciones climáticas. Sin embargo, su disposición y forma influyen directamente en la configuración del espacio. Por ejemplo, los muros, techos y pisos no solo soportan cargas, sino que delimitan volúmenes, crean grados de separación y establecen transiciones entre lo interior y lo exterior. En obras como los baños termales de Vals de Peter Zumthor, el uso de piedra y geometría precisa no solo cumple una función estructural, sino que moldea espacios que evocan cuevas naturales, generando una experiencia sensorial profunda.

Podría pensarse que el sistema espacial es una cuestión de percepción y diseño, desligada de lo técnico. Sin embargo, la forma en que se esculpe el espacio ya sea añadiendo o quitando materia, depende directamente del sistema material. Las casas trogloditas, por ejemplo, demuestran cómo la arquitectura puede surgir de la sustracción, donde el espacio se revela al excavar la materia. Esta interacción entre lo físico y lo perceptual también se observa en cómo la luz, el sonido y el movimiento se comportan dentro de los espacios definidos por materiales específicos, creando campos de fuerza perceptual que afectan la relación entre los objetos y los usuarios.

En resumen, el sistema espacial y el sistema material se entrelazan para construir una arquitectura que es tanto sólida como vivencial. La materia define el espacio, y el espacio da sentido a la materia. Esta complementariedad permite que los edificios no solo sean resistentes y funcionales, sino también expresivos y sensibles al entorno. Comprender esta relación es esencial para diseñar obras que conecten con las personas, el paisaje y el tiempo, logrando una arquitectura verdaderamente integral.

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